¡Hola a todos!
Me han pedido que cuente las historias de mis perros, que son como tantos otros. Mi nombre no tiene importancia, los protagonistas son ellos. Soy amante de los animales, y empecé a relacionarme con ellos hace, aproximadamente, 30 años casi por casualidad; nunca me pude imaginar que pudieran dar tanto de todo aquello que los seres humanos desgraciadamente no somos capaces de dar.
Durante todo este tiempo me han ido faltando poco a poco, cuando el círculo de vida se termina, porque como sabéis los años para estos seres en comparación a los humanos son bastante cortos; y aún a pesar de lo mal que se pasa cuando se nos van, no soy capaz de dejar de realizar adopciones para dar una segunda oportunidad a alguno de tantos animales que desgraciadamente se encuentran en la calle o en alguna protectora.
Siempre me mueven los más desfavorecidos, los que nadie quiere, los mayores, los invisibles, los que están enfermos, los que nadie da un duro por ellos, o los que inevitablemente son pasto de tener una muerte segura en las residencias; porque a los mayores y enfermos nadie los quiere, no juegan, les cuesta pasear o simplemente necesitan una vida tranquila, una vida que por sus circunstancias en las protectoras con tantos perros no desean tener.
Todavía hay seres humanos que siguen utilizando a estos seres maravillosos como moneda de cambio o como regalo, como si fueran cosas que cuando nos cansamos o nos aburrimos de ellos los abandonamos a su suerte. En la actualidad tengo cinco. En el 2016 adopté a tres perros con historias desgarradoras. La última, es una perra mezcla de mastina y husky, se ha llevado en la protectora 11 años, recogieron a la madre y a la camada entera, y fueron adoptándolos poco a poco, pero ella se quedó relegada a un futuro incierto.
Una perra como pocas. Me dijeron que era autista y cuando la recogí le acababa de dar un ictus. Ahora mismo y a consecuencia del poco ejercicio que ha podido hacer al haber estado recluida en todo ese tiempo, le han detectado una lesión en la espalda. Estoy segura de que, poco a poco irá mejorando ya que está en manos de unos profesionales excepcionales.
Venía con muchísimos miedos, inseguridades, desconfiada… (cuando era pequeña traspasó una puerta de cristales) creo que a consecuencia de cierta vez que estuvo en una casa de acogida; en fin, lleva conmigo desde octubre del año 2016. Ahora mismo es una perra totalmente feliz, distinta a cuando la recogí, se ha adaptado estupendamente, se le han quitado los miedos, los traumas y las inseguridades, es cariñosa y le gustan los mimos. No la he forzado a nada, ella sola ha ido cogiendo confianza poco a poco y cuando veo los progresos que ha hecho desde que está conmigo, siento una satisfacción inmensa, comparable a nada, es indescriptible la sensación que siento al haberle devuelto a la vida.
Todavía recuerdo una foto que vi en la página de la protectora, mirando a través de los barrotes de la jaula, esos barrotes grabados en su retina y que ha estado viendo durante 11 años día tras día. Tiene los dientes totalmente desgastados de tanto morderlos. Doy gracias a Dios por haberla puesto en mi camino. Los animales dicen que tú no los eliges, sino que son ellos los que lo hacen; desde el momento que la vi sentí que tenía algo especial, no sé qué, quizás me embargó la pena de ver toda una existencia vivida a través de unos barrotes, y sé de lo que hablo. Entre su vida y la mía hay cierto paralelismo y porque sé lo que es verse relegada a un segundo plano, y no poder tener una vida como la del resto de seres, solo por eso creo que esta perra tenía que ser para mí.